Antes de explicaros la visita a la bodega, su gente y sus vinos vamos a poner en contexto que tiene esta bodega en especial.

Nace en 1996 en Porrera, preocupados por la recuperación del viñedo viejo centenario y autóctono de Porrera, la Cariñena y la garnacha, entre otras. Crecen en suelos de licorella, en pendientes de hasta 50%, con una producción media de 350 450 G de uva por cepa. La iniciativa es de la cooperativa del pueblo, son los socios de la cooperativa del pueblo, los cuales compran la uva con la idea de estimular a los jóvenes agricultores. Es decir, que no quede desierto el viñedo. Que se siga teniendo gente, viticultores trabajando en la tierra. Una tierra, dura, difícil de trabajar con las temperaturas tanto en invierno como en verano, de contrastes brutales.

En el 96, en el priorato se empieza a hablar de los “Clos”. Y cuatro firmas que están poniendo a los tintos del priorato en el mapa vinícola Barbier, Martínet, Álvaro Palacios y Pastrana. A nivel de variedades se sigue trabajando en la zona el Cabernet Sauvignon, la Merlot, Syrah, Garnacha y Cariñena. Este año 96 se cata por primera vez L’ Ermita de Álvaro Palacios de 1993, 94 puntos, 17000 pesetas de la época. Un precio nunca visto en un vino de España. Mas Martinet alcanza la máxima puntuación para un vino tinto con el cabernet Sauvignon Martínet Cab. Sauvignon 1993.

Ahora que nos hemos puesto en contexto, vamos a hablar de Les Cousins Marc & Adrià Pérez, dos primos que siempre han vivido y compartido ese amor / espíritu por el trabajo de la bodega. Han trabajado siempre juntos en las fincas y bodegas de la familia (Mas Martinet y Cims de Porrera. Han estado en muchas zonas vitícolas del mundo. Burdeos y el Ródano son las dos denominaciones de origen en Francia, que más les han influenciado. El priorato es la tierra que más conocen, es donde han crecido. Han recuperado viejas fincas, han experimentado probado, siempre están innovando, investigando. Actualmente tienen una cantidad de damajuanas impresionante con mil y un proyectos incluso hasta con crianza biológica en un vino tinto. Pero no fue hasta el 2007 cuando consiguieron dar vida a su proyecto con el Sagesse 2007 y un año después con L’ Incoscient 2008, que se presentó por primera vez en el mercado en el año 2010.

Ahora si vamos a profundizar en sus vinos.

L’Incoscient

Un ejemplo para todos los productores que se han sumado al carro del priorato. Un vino que podríamos definir como bueno, bonito y barato, una relación calidad, precio insuperable. Es un coupage de Cariñena, Garnacha, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. En una denominación de origen como el priorato. Mediterráneo templado con unas lluvias irregulares a lo largo del año que son más presentes en otoño. Eso provoca una maduración de la uva que se retrasa gracias a la garbinada ese viento que procede del mar y que aumenta la humedad. Después de una vendimia manual y el derrapado, el mosto pasa por una fermentación en tinas de acero inoxidable. Después hacer una maceración de unos 15-20 días y por último, una crianza en tinas de roble francés de 7000 L. Después deciden el coupage.

Aunque no soy partidario de las notas de cata, os voy a dejar mi humilde opinión. Vino tinto jugoso, con unos maravillosos aromas a fruta roja y negra con agradables matices florales. En boca, sedoso, fluido, equilibrado, con una acidez refrescante y una agradable sensación tánica que te envuelve. El final es largo con esas notas minerales que aporta siempre el suelo de licorella.

Sagesse

Otro vino que me sorprendió gratamente. Un coupage de Cariñena y Garnacha tinta donde predomina la primera. Como es usual en esta bodega. Vendimia de los granos en pequeñas cajas de 12 kg. Donde se pasa por una mesa selección la uva, se despalilla, se transvasa a tinas de acero inoxidable junto con levaduras seleccionadas, y se efectúa el primer proceso de fermentación. Se efectúan cortas maceraciones de entre 15 y 20 días antes del prensado e iniciar la crianza. Posteriormente, se doma la cariñena en barricas de roble francés usadas y nuevas de 225 L de capacidad y en barricas de roble francés usadas de 400 L la garnacha durante unos 16 meses. Finalmente se hace el blend de las dos variedades y se deja reposar el vino entre 2 y 3 meses en depósitos de Inox.
A destacar la importancia que la base sea la cariñena lo que le va a permitir mayor longevidad, más vida en botella. A la par ayudará a que el vino se vaya perfilando con el paso de los años, ya que recién abierto es un vino tinto potente con carácter y frescor. Expresivo en nariz con una fruta roja madura y unas notas minerales muy elegantes, fluido en boca, con un final muy largo y sorprendentemente fresco a pesar de los años.

Masos d’en Ferran del Tros de Cal Pigat

Aquí ya entramos en materia, palabras mayores. Un vino de €80. Pero permitidme que primero os explique y luego decidís. Hablamos de un vino de 100% cariñena vieja. De cepas plantadas entre 1905 y 1950 a más de 450 m de altitud. Está situada en el paraje de Masos d’en Ferrán. La zona de Porrera más cálida, la primera que se vendimia con suelo de licorella, como hace siempre esta bodega, se vendimia en cajas de 12 kg, la cariñena se derrapa y se hace un suave prensado. Se mantiene la temperatura de fermentación entre 28 y 30º, haciendo dos “pigeage” al día. Dos pisadas. En catalán decimos “Follar el vi” Para este vino solo se utiliza el vino sangrado. Las prensas se separan. La crianza es en botas 100% nuevas de roble francés durante unos 18 meses. Luego se embotella y hace una crianza en botella de 13 años. Perdonad, pero desde luego no me parece caro. Lleva 16 años encerrado en una botella. En su bodega a una temperatura maravillosa que lo mantiene fresco y listo solo para que lo tengamos que abrir. Y este es 1 de los puntos más importantes de esta bodega. No sacan el vino de añada, no sacan el vino porque toca, sacan el vino cuando ellos consideran que ha de salir. Y todo ese tiempo lo tienen en su bodega. Mimado y cuidado para que nosotros solo tengamos que descorcharlo y disfrutar. Y eso. Es impagable hoy en día.
Es un vino para disfrutar solo o con carne. Yo cometí la osadía de guardar un poquito, para maridar una pequeña ensalada que me hice con foie y me pareció espectacular. De todos modos, tener en cuenta que es un vino que necesita ser trasvasado, que no decantado, para que se abra y exprese todos los años que lleva guardados en la botella.
Con las notas color teja, características de un vino de guarda. Lo más destacable son esas pinceladas de frutos secos. De rosas marchitas de relicario. Esas leves insinuaciones oxidativas con resquicios aún de la acidez característica de la cariñena de hace 15 años. A pesar de venir de una de las zonas más cálidas del de Porrera.
En definitiva un vino para saborear con meditación.